En los últimos años, la administración de edificios y condominios en Chile ha experimentado una transformación profunda. El aumento de los estándares de seguridad, la complejidad de los sistemas de mantención y las mayores exigencias de los residentes han convertido el rol del mayordomo en una pieza fundamental para el funcionamiento de cualquier comunidad. Hoy, más que nunca, la capacitación profesional de estos trabajadores se perfila como una necesidad urgente y estratégica.
Tradicionalmente asociado a labores básicas de supervisión, el cargo de mayordomo ha evolucionado hacia una función mucho más completa. Actualmente, estos profesionales deben manejar:
La falta de formación en estas áreas ha sido uno de los principales motivos de conflictos internos, fallas operativas y brechas de seguridad en múltiples condominios del país.
Frente a este escenario, OTEC de distintas regiones han comenzado a ofrecer programas de capacitación para mayordomos, que incluyen módulos sobre:
Según entidades del sector inmobiliario, la demanda por estos cursos ha aumentado considerablemente en 2024 y 2025, impulsada tanto por administradores profesionales como por comités de administración que buscan mejorar el desempeño del personal.
La formación adecuada de un mayordomo no solo mejora la operación diaria del edificio, sino que también incide en aspectos críticos:
“Un mayordomo capacitado puede cambiar completamente la experiencia de vivir en un condominio”, señalan administradores consultados en distintos edificios de Santiago y Concepción.
Aunque aún no existe una obligación legal específica para la formación de mayordomos, cada vez más comunidades están incorporando cursos certificados como requisito para contratar o mantener el cargo.
OTEC como Colegio Inmobiliario advierten que la tendencia seguirá creciendo, especialmente a medida que la Ley 21.442 y las normativas de seguridad sigan elevando el nivel de exigencia para los administradores y su personal de apoyo.
La capacitación de mayordomos no es solo una mejora operativa: es una inversión en calidad de vida y seguridad para miles de familias que habitan edificios y condominios en todo Chile. Con comunidades más grandes, sistemas más complejos y residentes más exigentes, la profesionalización del personal se convierte en una pieza clave para una administración eficiente y moderna.